Arollador, dominador, vencedor. Sobran adjetivos para describir el partido del Real Madrid ante el Barcelona en la Final Four de Milán. Simplemente vale con los números, con el marcador final, con la magnífica segunda parte de los chicos de Laso, que se fueron al descanso ocho arriba y terminaron ganando por 38. Una barbaridad.
La humillación blanca al incapaz Barcelona se trabajó desde el perímetro. Los blancos lograron unas estadísticas difíciles de repetir: 14/29 en triples (diez de ellos en los dos últimos cuartos), con hasta ocho jugadores encestando desde el exterior .
En el otro bando, un Barcelona sobrecogido, devastado en 20 minutos sin réplica reflejados en la cara de Xavi Pascual durante el último cuarto. No plantó batalla, no le dejó el Madrid. El caso es que Navarro y compañía vuelven a caer en las semifinales frente al Madrid. Aunque esta vez, las sensaciones son mucho peores.
En cuanto a nombres personales, en el Madrid destacaron sus dos mejores hombres: Sergio Rodríguez, que estrenó el MVP a lo grande, con 21 puntos (4/5 en triples), 6 asistencias y 25 de valoración; y Nikola Mirotic, decisivo en momentos claves con 19 puntos y 27 de valoración. El juego coral de los merengues se plasmó en otros tres jugadores, que también superaron la decena de puntos: Felipe Reyes, Rudy y Llull. Un partido perfecto.
En el Barça solo-solísimo-destacó Tomic con 16 puntos y 21 de valoración.
El Madrid buscará ante el Maccabi (domingo, 20:00 C+) su ansiada novena Copa de Europa. Jugando como hoy, no hay israelí que lo pueda remediar.
Sorprende el resultado final comparándolo con los primeros minutos del Barcelona en el partido: con un Marcelinho enchufado, los de Pascual lograban las primeras ventajas, y no precisamente cortas: 12-4 en cuatro minutos, que obligaba a Laso a pedir el primer tiempo muerto.
El Barcelona, con clara superioridad en el rebote, se mostraba confiado. Sin embargo, el Madrid tiró de sus estrellas, Llull y Mirotic en este caso, para salir de la encrucijada, logrando llevar el marcador al 20-20 del final del primer cuarto.
El segundo cuarto fue un anticipo del baño vikingo. El Madrid subió la intensidad defensiva y empezó a correr, comenzó a gustarse. Saltaban las alarmas en el banquillo azulgrana, conscientes de que si el Madrid recuperaba su verdadero nivel de juego, había poco que hacer.
Así, con grandes esfuerzos defensivos, los hoy visitantes lograron un parcial de 0-11 que rompía la igualdad dominante. El Real ya ganaba y no soltaría más el mando del partido.
Entre interrupción e interrupción, el Barcelona se sostuvo gracias al empuje de Papanikolau, perro viejo en partidos intensos, y los puntos de Tomic, que mantuvo un bonito duelo con Mirotic. Felipe, como no, se apuntó también y mantuvo las distancias a favor de los suyos, con triples incluidos: 37-45, descanso.
El tercer cuarto comenzó calmado, la calma antes de la tormenta. Barcelona y Real Madrid se intercambiaban canastas como hasta entonces, manteniendo los blancos la ventaja en el marcador.
Fue, y será a partir del minuto 25:30 (47-56), cuando los aficionados madridistas desplazados a Milán cuenten a sus nietos la mayor de las palizas al eterno rival. Relataran cómo Sergio Rodríguez inicio la cacería con un triple, al que siguieron nueve más bien repartidos en el tiempo. Harán hincapié en el ataque del Barcelona, que solo un mísero punto pudo anotar, mientras los suyos volaban y se divertían como niños. Era una fiesta de gran nivel, en una semifinales de la Final Four: 48-73 al final del cuarto. El partido se había terminado en un abrir y cerrar de ojos, en un pase del Chacho, en un mate de Rudy o en un triple de Mirotic.
La cosa no quedó ahí. Como muchos culés se temían, el Madrid fue a hacer sangre, fiel a su ADN competitivo. No bastaba con ganar el choque: el Barça había ganado-y bien-días antes en la ACB. Tocaba revancha de la mano de los mejores verdugos que se pueden encontrar ahora en el baloncesto europeo.
Así, el Madrid continúo con el parcial hasta el 1-25 (0-10 en el cuarto), que dejaba el marcador en un humillante 48-82.
Después, dos artistas más se apuntaron a la función, Carroll y Darden, que también desde el exterior apuntillaban a un Barça desorientado, cabizbajo y deprimido. Las pérdidas de balón, seis en el cuarto, lo dejaban claro. Tan contundente como el marcador final, para la historia: 62-100.
Es evidente, a pesar de las sensaciones, que el Madrid aún no ha ganado nada, que si el domingo no se gana esto no sirve para nada. Y si no, revisen la Final Four de hace un año. Queda una final.
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