Cleveland Cavaliers 137 - Golden State Warriors 116 (1-3)
Otra exhibición de Kyrie Irving (40 puntos) y LeBron James (31-10-11), que esta vez sí vino acompañada de una victoria ante unos Warriors horribles en tareas defensivas. Los Cavs, con un potencial ofensivo histórico (24/45 en triples), salvaron el primer match ball
Si todos nos habíamos quedado maravillados con el tercer partido, la primera parte del siguiente lo superó. Vimos a los mejores Cavs de las finales, con un hambre y un acierto devastador. Registros numéricos nunca vistos antes. 49 puntos en el primer cuarto, 86 al descanso. No, no, no hay ninguna errata.
Cleveland Cavaliers hizo todo lo bueno que le faltó en los tres primeros partidos. JR y Love enchufados, Tristan Thompson ganó la partida de los rebotes, y LeBron e Irving siguieron a su mejor nivel posible. Con todos los ingredientes dispuestos, los Cavs no perdieron el tiempo. 14-5 en los primeros cuatro minutos para intimidar a unos Warriors absolutamente desastrosos en defensa y desesperados con el criterio arbitral. Con numerosas visitas a la personal por parte de Cleveland, el primer cuarto duró casi una hora.
Nos daba igual: el espectáculo era precioso. Quién se atrevería a decir lo contrario con el partido de Kyrie Irving. Anotó 28 puntos en la primera mitad, con acciones de bellísima factura, al alcance de muy pocos. Técnicamente insuperable, Irving dinamitó el encuentro y amplió el registro ofensivo de unos Cavs que no bajaban el pistón. Si acaso lo sufrían cuando James no estaba en pista. Pero con sus regresos, volvieron los amplios parciales favorables para el equipo de Ohio, sustentados en un 60% de acierto en tiros de campo y un 59% en triples. A otro nivel.
Steve Kerr intentaba encontrar soluciones defensivas desde el banquillo, pero hoy ni un emparejamiento funcionaba. Utilizó a los 13 jugadores que cuenta en la rotación, pero ni por esas. Irving hacía lo que quería, literalmente, y tres cuartos de lo mismo sucedía con LeBron James. Aunque no todo eran malas noticias...
En contra de Cleveland, tener enfrente a uno de los mejores equipo de la historia. Los Warriors, sin hacer ni mucho menos una buena actuación, estaban por debajo de los 20 puntos de diferencia al descanso. Remontable si atendemos también al historial y a los nombres que componen su roster. Además, la fatalidad defensiva se compensaba con buenos registros anotadores, como los 35 puntos de Durant. Golden State, sin hacer mucho ruido, caminaba en su promedio de 120 puntos. Confiaba en su plan, pese al desastre atrás. Y, por supuesto, contaba con un colchón enorme de cara al anillo.
Esa extra motivación la poseían hoy los Cavaliers. Conscientes de que un 4-0 será deshonroso, el nivel de agresividad, actitud e intensidad era el mayor visto hasta entonces. Provocaron nueve pérdidas de los Warriors, y por momentos la desesperación de Curry o Durant. El ambiente en el Quicken Loans Arena, claro está, manifestaba esa superioridad mental y física de los Cavs.
En la segunda parte, Cleveland logró mantener ventajas cómodas para que la victoria no peligrara en ningún momento. A cada intentona, por separado, que encabezaban Curry, Thompson o Durant, le contestaba Irving como ejecutor y LeBron en modo omnipresente. Nuevo triple doble hoy para el Rey.
Se recordara el segundo tiempo sobretodo por la nefasta labor arbitral. Los tres colegiados se vieron superados por un ambiente enrarecido, en el que cada jugada se protestaba y los jugadores se encaraban. Hasta un típico en estas situaciones como Matt Barnes casi llega a las manos con un espectador. En casi todas, y mira que hubo, estaban Green y Pachulia por medio. En total, los árbitros castigaron con siete técnicas: Kevin Durant, Steve Kerr, Draymond Grenn y Pachulia por parte de los Warriors; y LeBron, Shumpert y Dahntay Jones por los Cavs. Un partido muy raro.
En la madrugada del lunes al martes (03:00), quinto partido en San Francisco.
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