Nada, que no hay manera. El Madrid sigue sin conseguir ganar al Barcelona en un partido de 90 minutos. Ni jugando de tú a tú, ni cerrándose atrás, ni con una mezcla de ambos. Nada. Mourinho lo ha intentado todo ya, y con todos los nombres. O casi todo.
Porque el portugués siempre sorprende. Hoy ha sacado una alineación tremendamente rebuscada. Nombres como Carvalho, Altintop o trivote con Pepe no sonaban bien, no inspiraban confianza. Fue un experimento que duró exactamente 45 minutos, y que murió a balón parado, entre otras causas. Sea como sea, experimento fallido, una vez más.
Y es que esa es la principal diferencia entre Mourinho y Guardiola. El primero juega en función del segundo. ¿Por qué hacer experimentos solo contra el Barcelona. ¿Acaso no se puede jugar con el mismo sistema y jugadores que en los demás partidos? Pues parece que no, y a Guardiola no le intimida nada. Él sí confía en el juego de su equipo, basado en la calma, la paciencia y en el toque. Sabe que ese estilo terminará imperando en todo el Bernabéu, que cada día que pasa se ve más impotente ante el máximo rival.
El Clásico en cuanto a fútbol decepcionó. No hubo casi detalles de calidad. Paradas, amarillas y teatros sí. Es la otra rutina.
El caso es que Mourinho se arriesgó. Su experimento podía haber dado un gran resultado-algo muy improbable- y bien es cierto que dicha prueba duró 45 minutos, pero murió a balón parado, la herida sangrante del Madrid.
Un Madrid que salió a la espectativa, regalando el balón al Barcelona que aceptó y fue arrastrando al Madrid a su propia área. Los Iniesta, Xavi y compañía volvieron a sobreponerse al músculo del medio campo del Madrid, formado por Lass, Xabi y el alocado Pepe.
El Barcelona tuvo un dominio constante del balón, pero a diferencia de otros Clásicos, Casillas no estaba interviniendo. Las líneas del Madrid, por momentos, sí estaban bien juntas, sin dejar espacio a los delanteros azulgranas.
Justamente espacio es lo que tenía el Madrid al contragolpe, su única arma. Así llegó el gol de Cristiano, en la primera llegada de los blancos, en el minuto once. CR7 corrió la banda y encaró a Piqué, cruzando definitivamente el balón entre las piernas de Pinto. El Madrid se ponía de esa manera por delante en el marcador de manera muy temprana, al igual que el partido de Liga.
Pero esta vez la experiencia fue un grado. Al Madrid no le remontaron tan rápidamente como en el partido liguero, aunque no será por ocasiones, ya que el Barcelona no se vino abajo tras el gol. Incluso fue mejor, aunque siempre sin arriesgar. Guardiola jugaba con 180 minutos en la cabeza. Mourinho también, aunque de formas muy distintas.
Iniesta, de los mejores del Barcelona, fue el primero en probar a Casillas con un disparo raso y ajustado tres minutos después del gol de Cristiano.
Eso fue un aviso de lo que vendría después: el remate de cabeza al palo de Alexis, cuando Casillas ya la daba por perdida. El Barcelona demostraba así que no pensaba amilanarse a pesar del marcador. El Madrid seguía teniendo un duro partido por delante.
Esa fue la palabra: duro. La dureza volvió a ser un tema importante, en especial para Pepe, de nuevo muy revolucionado. Eso no es más que otro impedimento más en contra del Madrid y de él mismo. Que alguien se lo diga, o un día pasará algo muy serio.
Volviendo a lo futbolístico, las cosas no habían cambiado. El Barcelona movía el balón y llegaba con peligro, mientras que el Madrid esperaba el robo y la salida rápida, hasta el momento efectiva.
El plan de Mou estaba saliendo. La defensa seguía segura, con Altintop como ejemplo. Ya en la segunda parte sería otra historia. El Barcelona, por su parte, no dejaba de crear peligro. Además, varios injustos fuera de juego le perjudicaron, cuando los delanteros ya se quedaban solos delante de Casillas, el que de momento estaba viviendo una noche tan tranquila como tensa.
Se llegó al descanso sin mucho más que destacar. El Madrid reponía así fuerzas físicas para volver a aguantar las embestidas azulgranas.
Porque todo el mundo intuía que antes o después el Barcelona intentaría romper líneas e irse hacia arriba. Algo que al final no terminó de suceder, ya que los de Guardiola marcaron nada más comenzar la segunda parte, en el inicio de un monólogo azulgrana.
El gol en sí lo logró Puyol a la salida de un córner. El capitán del Barcelona remató, solo, llegando desde atrás, ante la falta de entendimiento de Pepe, sobretodo, y Casillas. El gol, en el 50, reafirmaba la grave situación del Real Madrid en los balones parados. Los de Mourinho han encajado ya varios goles en esa faceta. Hoy uno primordial, que reenganchó realmente al Barcelona en el partido. Un encuentro que se empezaba a parecer demasiado al del partido de Liga, para desesperación e impotencia del Bernabéu.
Más aún en el momento que Iniesta, golpeando el balón en Ramos, tiró a la cruceta. El Madrid estaba pasando por sus peores minutos, que pudieron haber sido remendados un minuto después, pero el cabezazo de Benzema a centro de Altintop golpeó también en la madera.
Tras esos dos minutos de locura, el partido se volvió a tranquilizar de la mano del Barça y de Messi, al que Pepe se la pisó-la mano- en una acción denunciable y vulgar. Son muchos Clásicos ya de impotencia, y además es Pepe. No cabe esperar mucho más.
Tampoco pintaba mucho a remontada del Madrid, a pesar del ingreso de Özil al cambio. Demasiado tarde. Las segundas partes nunca fueron buenas.
Quedaban ya quince minutos y parecía que ambos equipos daban por aceptable el empate, pero el Barcelona se merecía más y el fútbol fue justo con el equipo. Messi, en el minuto 77, se inventó un gran pase a Abidal que, solo de marca-¿Altintop dónde estaba?- bajó el balón y marcó, sentenciando el partido y media eliminatoria copera.
El gol sentó como un jarro de agua fría entre el equipo y el público madrileño, que solo vio cambios y cambios en los minutos que quedaban. El Madrid ni se acercó a prueba. El físico ya no era el adecuado y el daño ya estaba hecho. El Barcelona controlaba el partido y no arriesgo más, aunque pudo marcar en algún que otro fuera de juego mal sancionado, de nuevo.
Muñiz Fernández pitó el final del cuarto clásico de la temporada. El próximo será el miércoles. El Madrid necesita apelar a la heróica si quiera levantar esto. Digo si quiere porque visto lo visto hoy, Mourinho no tiene la Copa como uno de sus objetivos prioritarios. Aquí es mejor hacer experimentos. En Liga no, en Liga se saca al once de gala. Contra el Barcelona hay que hacer algo diferente.
O quizá no.
LO MEJOR: El Barcelona, dueño y señor del Bernabéu: qué no se cansan de ganar en el campo del eterno rival. Y además, con un estilo propio y fieles a él. Es la constumbre.
LO PEOR: Es otro Madrid: la metamorfosis que sufre el Madrid siempre que se enfrenta contra el Barcelona es de estudio. Alomejor renta más jugar con naturalidad, como en todos los demás partidos. Digo yo.
Nota Madrid: 5
Nota Barcelona: 8
Hombre del partido: Abidal(9).
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