No pudo ser. Faltó un gol para conseguir la ansiada remontada, aquella que se dibujó en la previa y pareció continuar en los minutos finales.
Faltó un solo tanto tras un partido donde el Real Madrid gozó de multiples ocasiones, sobretodo en la primera mitad. Enfrente, un Borussia Dortmund frío ante el atronador ambiente, calculador y muy pausado.
El Madrid no podía plantear el partido de la misma manera. El Bernabéu vestido para las grandes galas lo prohibía, y obligaba a un juego rápido, intenso y efectivo. Pero de los tres factores el primero no se cumplió, al menos en su totalidad. El Madrid necesitaba tres goles y se quedó en dos . La Décima, un año más, tendrá que esperar.
La puesta en escena del Madrid no pudo ser mejor. El mensaje de Mourinhotampoco: Modric por Khedira. Más llegada, más gol.
Fue buena la entrada en el partido de los hombres de José, pero no perfecta. Faltó lo imprescindible: el gol, o mejor dicho, los goles.
Los primeros minutos fueron la partitura de una música que dominó la previa del encuentro. La música de las grandes noches europeas en el templo blanco, de las remontadas, de Juanito, del Madrid en su máximo esplendor europeo. En esos minutos llegaron las principales y clarísimas ocasiones del Madrid. Fueron cuatro, para concretar. Y las cuatro de una evidencia absoluta, de uno contra uno anteWeidenfeller, que solo rechazó una: un remate de Cristiano.
Las demás significaron una clara falta de pegada, la misma que hacía gala el Madrid la temporada pasada. Una pólvora que entre los nervios de la ocasión y la tensión del Bernabéu estaba mojada. Así, Higuaín-la primera tan solo tres minutos del inicio del partido-, Cristiano, yÖzil-la más clara de todas, uno contra uno que envió fuera-, desesperaban al público con sus fallos. Una desesperación que se convertía al segundo en un torrente de ánimos y vítores. Chamartín estaba entregado a la causa blanca.
Sin embargo, pronto adivinó el Madrid la intención del Borussia, un equipo que dará guerra en la final de Wembley. Porque da igual el rival o el resultado. Los de Klopp, con menos posesión que en la ida, jugaron de manera similar. Ordenados atras y prácticos arriba. Todo sin Goetze,que cayó lesionado, y sin perder la compustura, algo que no todos los equipos pueden lograr en el Bernabéu.
Incluso Lewandowski, el héroe en Dortmund, tuvo en sus botas el gol germano, pero Diego López resolvió bien el disparo.
La primera mitad no tuvo mucho más. El Madrid controlaba el balón pero no encontraba espacios entre las dos líneas defensivas de los alemanes.
Así, el 0-0 al descanso no era una buena noticia. Menos aún habiendo perdonado lo que se había perdonado. El Borussia tenía motivos para estar satisfecho, pero no tranquilo.
Dicha tranquilidad estuvo a punto de otorgársela Lewandowski nada más comenzar la segunda mitad, pero su disparo golpeó el larguero. El Madrid respiraba y Mourinho se movía: entrabanKaká y Benzemá. No quedaba otra.
Porque el Madrid también luchaba contra el factor tiempo. A medida que pasaban los minutos, los goles eran más necesarios. Fue otro error hoy del Madrid: despertar, entrar en la eliminatoria demasiado tarde.
El Borussia, con el tiempo a favor, no se dedicaba a defender. Atacaba como si la eliminatoria dependiera de ello. No variaba su filosofía. Aunque una vez más Diego López sacaba unas manos prodigiosas al tiro a puerta vacía de Gundogan.
El equipo alemán había desactivado las ganas del Madrid. Estaba mejor plantado que en la primera mitad. El Real, por su parte, disfrutaba de menos ocasiones, aunque la posesión y la sensación de peligro continuaban, jadeados por un Bernabéu aún confiado.
Esa confianza dio sus frutos en los últimos diez minutos, que fueron otro partido. El partido que quisó el Madrid desde el primer momento y no encontró. Aquel donde sí llegaron los goles, pero solo dos.
El primero de Benzema en el 82 a pase de Özil. Empezaba la épica, con solo diez minutos por delante. Seguía siendo complicado.
Sin emabro, con el gol de Ramos, que rompió a Weidenfeller con un potente chut, seis minutos después, lo imposible estaba más cerca que nunca. Impensable quince minutos antes: el Real Madrid estaba a un gol del billete a Wembley.
El Borussia, desarmado y en estado de schok, se temía lo peor. Los de Mourinho, con todo el banquillo de pie y el Bernabéu desatado, tuvieron una última, pero el cabezazo de Ramos se fue por centímetros. Ahí murió el Madrid, en la misma orilla, tras remar con éxito en los últimos minutos.
La reacción fue muy tardía, y los blancos fallaron ocasiones imperdonables en la primera mitad. Tan cierto es eso como el desgaste físico y psicológico que hizo todo el equipo, que luchó hasta el último segundo.
Sin embargo, la realidad pesa mucho, y ésta dicta que el Madrid solo puede luchar por un título esta temporada, que la Décima sigue esperando, y que el Borussia Dortmund estará en la final de Wembley.
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