Descalabro en Dortmund. El Madrid fue ampliamente superado por el Borussia Dortmund, que fue superior al equipo de José Mourinho durante todo el partido, gobernando a su vez por un fantático Robert Lewandowski, que anotó los cuatro goles del conjunto alemán. Los de Klopp realizaron ante su gente un partido casi perfecto, con Gündogan dirigiendo el juego y Lewandowski como verdugo blanco. Además, controlaron los contragolpes merengues, anulando a Xabi Alonso y con él a todo el equipo español.
El Madrid, desastroso en defensa (Mourinho colocó a Ramos de lateral y a Pepe y Varane de centrales) y con pocas luces en ataque, se aferra sin embargo al gol de Cristiano y a la heroica en el Bernabéu para poder estar en Wembley. No queda otra.
La entrada fulgurante del Borussia al partido sorprendió al Real Madrid, que pronto se vio superado ante el empuje alemán.
El equipo de Klopp no tardó en disfrutar de su primera ocasión, el primer aviso sobre la portería de Diego López. Sin embargo, Reus falló ante el meta gallego, que sacó una mano prodigiosa.
Menos suerte hubo dos minutos después. El Borussia conseguía abrir el marcador con un gol deLewandowski, que se adelantó a Pepe tras un centro de Götze. El tanto evidenció las formas de cada equipo en los primeros minutos: el Madrid lento y asustado, frente a un Borussia con ideas claras y mucha velocidad.
Tras el gol, el Madrid no reaccionó. Sus ataques se resumían en balones largos que acababan en nada y en jugadas a balón parado, donde sí se creaba peligro, aunque el equipo de Dortmund también se adelantaba en los balones altos.
Los de Klopp, además, tenían el partido donde querían. Incomodaban al Madrid en cada peligrosa subida que hacían. Todo con mucha inteligencia. Si no había espacios, balón atrás.Higuaín se hartó de presionar.
Así, la primera ocasión del Real Madrid llegó en el minuto 23, una falta directa de Cristiano Ronaldo, pero su potente dispero lo rechazó Weidenfeller.
Pasaban los minutos y el encuentro perdía ritmo, con un Borussia más precavido y un Madrid todavía gris, aunque ganando poco a poco metros-y confianza- sobre el equipo rival.
La sensación de que el empate estaba más cerca la confirmó Xabi Alonso con un fortísimo chut desde la frotal, que iba a puerta, pero Subotic se interpusó en la trayectoria del balón.
Cristiano, más que un gol
Poco después, el Madrid logró ver puerta, pero no fue de jugada elaborada, ni de uno de sus peligrosos contraataques. Fue por un error de Hummels, que dejó el balón muerto a los pies de Higuaín que, pacientemente, espero a Cristiano para que marcara a placer.
Así, el Madrid se iba al descanso con uno de sus objetivos cumplidos: marcar lejos del Bernabéu. Pero no estaba todo dicho.
Huracán Borussia Dortmund
Ni mucho menos. Y es que la salida tras los vestuarios del Borussia Dortmund en comparación con la del Real Madrid no tiene calificativos posibles. Los alemanes marcaron la friolera de tres goles en los primeros quince minutos, ante un Madrid desaparecido en combate y con una defensa desastrosa frente a uno de los mejores delanteros del mundo en la actualidad: Lewandowski.
La historia se complica aún más si uno se despista y deja al delantero rival solo en el área pequeña: eso fue lo que hicieron Ramos y Varane en el minuto 49, que se olvidaron de Lewandowski, creyendo que el ariete polaco estaba en fuera de juego, y no era así. El 9 del Dortmund no falló y colocó el 2-1 en el marcador.
Cinco minutos después, y con el Madrid aún sin recuperarse del segundo gol, Lewandowski volvió a golpear al madridismo con un golazo de killer. La defensa, desaparecida, con Pepe a la cabeza.
El 3-1 aumentaba considerablemente las posibilidades del Borussia de estar en Wembley, a la velocidad que el Madrid parecía perder la cara al partido. El equipo alemán era un ciclón en cada ataque. Cristiano y Özil, desaparecidos. El Madrid estaba sumido en un peligroso y profundo coma. SOS.
El empuje local, dirigido por un descomunal y omnipresente Gündogan, continuaba, y Xabi Alonso, pasado de revoluciones, cometió un claro penalti sobre Reus que Lewandowski, como no, se encargaba de materializar. 4-1 con 25 minutos por delante. Alguno incluso suplicaba firmar el resultado ante el huracán amarillo y negro, que no cesaba.
Tras el gol, el Madrid se intentó desmelenar desde el banquillo. Mourinho movía piezas: entraban Benzema y Di María por Higuaín y Modric.
Pero el que seguía atacando era el Borussia, y de nuevo por medio de Lewandowski, aunque esta vez Diego Lopez repelía bien el disparo.
Con los cuatro goles recibidos, el objetivo del Madrid había cambiado dramáticamente: ya no era ganar el partido o marcar fuera de casa, si no intentar anotar un gol más, para que la remontada en el Santiago Bernabéu fuera lo más factible posible. La entrada de Kaká por Xabi Alonso así lo confirmó.
Pero los cambios tampoco surtieron el efecto deseado, a pesar de que el Borussia, al fin, parecía bajar el ritmo. El Madrid seguía en sock, incapaz de responder. No pudo en los últimos diez minutos, ni en los cuatro de prolongación donde el Borussia se dedicó a vigilar su defensa, atacar sin prisa y perder tiempo con los cambios, y con el Madrid entre desesperado, atolondrado e impotente, que, no obstante, disfrutó de una última y clara ocasión, pero el balón suelto que encontró Varane lo mandó alta.
Acabó el partido para la fiesta del Signal Iduna Park, que despidió a sus jugadores como verdaderos héroes.
El Madrid debe ahora reflexionar sobre los errores cometidos, sobre el hecho de que un único jugador haya tumbado a todo el equipo de Mourinho. Luego tocará apelar a la heroica, a las grandes noches europeas del Santiago Bernabéu. La cosa no pinta bien para los blancos, pero en el fútbol nunca se sabe.
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