Las expectativas que ofrecía el Gran Premio de Interlagos no defraudaron. Fue la mejor carrera para redondear un Mundial bestial, ganado finalmente por Vettel, frente a un Alonso colosal, recuerdo de sus mejores años en Renault. Qué digo, incluso mejor, ya que esta vez su coche no era el mejor. Y aun así, coqueteó con el título mundial hasta la última bandera de cuadros.
Lluvia sí, lluvia no. Fue una incógnita toda la carrera, creciendo la incertidumbre y las tensiones de pilotos y mecánicos de todos los equipos. Especialmente los de Red Bull, que muy pronto se encontraron con un guión no escrito: Vettel sufría un toque con Senna en la primera vuelta, su coche se giraba, pero, milagrosamente, no llegó a más: pérdida de posiciones y ya está. Y eso, para el gran piloto que es el alemán, no fue nada. Volvió a las posiciones de cabeza en un abrir y cerrar de ojos.
Mientras, Fernando era informado de todo. Él, lejos de alterarse, hizo una carrera perfecta de principio a fin. En el inicio, el español se colocó tercero, y con Vettel lejos, era campeón del mundo. La alegría estallaba en España y en el box de Ferrari, aunque a medida que Sebastian adelantaba a sus rivales las caras iban siendo más serias.
Tras estas primeras vueltas, y con los Mclaren pegándose por el primer puesto de carrera, la lluvia aumentó en intensidad. Todos pararon a poner intermedios, y en esto, Alonso era cuarto, y Vettel octavo. A pesar de la buena labor de escudero hecha hoy por Massa, ese resultado, firmado en un principio, no valía, y era muy desolador visto lo sucedido en la primera vuelta. No quedaba otra que esperar más incidentes.
Algo que no ocurrió en las siguientes vueltas, en las que Vettel se acercó peligrosamente a Fernando.
El español, además, estaba lejos de su única opción de conseguir el campeonato, estar en el podium. A su salvación fueron las numerosas piezas de carbono esparcidas por la pista, que obligaron a salir al safety car. Alonso reducía así las diferencias con los tres de arriba: Hulkenberg, Button y Hamilton.
Pero el Ferrari no tenía ritmo, y de nuevo se ampliaron las distancias. Vettel, cauto, no se quiso meter en jardines innecesarios, y no mantuvo ningún duelo arriesgado. La carrera entraba así en un peligroso bucle, muy desfavorable para Alonso, que ni alcanzaba el ansiado podium ni se quitaba a Vettel de los puntos.
Normalidad por tanto hasta la vuelta 55, momento en el que se tocaban Hulkenberg y Hamilton, perdiendo el primero muchas posiciones y el segundo el abandono de la carrera. No ha sido el año de Hamilton.
Volviendo a la carrera, ésta adquiría un nuevo matiz de locura, ya que la lluvia volvía a hacer acto de presencia. Así, Vettel consideró poner neumáticos intermedios, con lo que Fernando, que se mantuvo por momentos con blandos, era campeón.
Una etiqueta que desapareció ya por última vez tras su parada, de la que salió cuarto. Con un drive through de Hulkenberg, y con el evidente adelantamiento a Massa, Magic se colocó segundo. Vettel, por su parte, seguía controlando sus opciones de campeonato: adelantó a Schumacher y era sexto. Con ello, y a pesar de la intensa lluvía, ni Button-líder y campeón de la carrera- ni Vettel cometieron errores, por lo que Alonso se quedó con la miel en los labios.
Así lo reflejaba en su cara al finalizar la carrera. Todo un poema. Red Bull, por el contrario, lo celebraba, descargando la tensión acumulada.
Que no era poca, porque Fernando les puso las cosas muy complicadas hasta el final, con un coche infinitamente inferior. Él, caballeroso, le dedicó el año al equipo, sin recordar, qué menos, la inmensa suerte que ha tenido Vettel este año, que no quita el extraordinario piloto que es: tricampeón más joven de la historia.
Ese título da aún más merito a la figura de Fernando Alonso, considerado por muchos el mejor piloto de la parrilla, capaz de luchar el campeonato contra la sombra alargada de los Red Bull. Es el otro Campeón, al que le deben dar un coche a su nivel, un Ferrari en condiciones. ¿Lo tendrá? #GraciasAlonso
No hay comentarios:
Publicar un comentario